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Authors: Nick Hornby

Todo por una chica (32 page)

BOOK: Todo por una chica
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—Me da la sensación de que no has entendido bien a tu madre, Alicia —dijo Robert con voz calma. Andrea no se atrevía a mirarle directamente. Había hablado demasiado, y lo sabía.

Aquella noche hubo muchas lágrimas. Subí con Alicia y dije lo que tenía que decir, de la forma más amable que pude. No quería decir mucho, la verdad. Una vez que me lancé, Alicia se limitó a decir:

—Lo sé, lo sé. —Y se echó a llorar. Y la abracé— No es justo —dijo después.

—No —dije, pero no sabía realmente qué era lo que no era justo, o por qué.

—Me gustaría que pudiéramos empezar de nuevo desde cero. No hemos tenido las mismas oportunidades que suele tener la gente —dijo.

—¿Qué tipo de oportunidades?

—Para estar juntos.

A mí me parecía que al menos habíamos tenido dos oportunidades. Tuvimos una antes de Roof, por ejemplo, y la desperdiciamos. Y luego tuvimos otra después de su llegada al mundo, y tampoco nos fue mejor esa segunda vez. Era difícil ver qué podía cambiar si volvíamos a intentarlo. Hay gente que sencillamente no ha nacido para estar junta. Alicia y yo éramos de ésos. En mi opinión, Alicia no creía lo que estaba diciendo. Lo que intentaba era ser romántica. Y no me importaba. Pero me puse a buscar algo que decir que pudiera servir, algo que viniera bien en aquel momento.

—Pero sigo amándote —dije—. Vivimos en dos mundos separados que no se juntan. No quiero que la nuestra sea una separación desagradable. Creo que deberíamos dedicarnos a lograr que Roof tenga la mejor vida posible. A intentar hacérselo todo lo más fácil posible.

Me empujó para apartarme, y me miró.

—¿De dónde has sacado eso? —dijo.

—De Tony Hawk —dije— Cuando rompió con Cindy.

Cuando bajaba las escaleras oí cómo Andrea y Robert seguían con el asunto. No asomé la cabeza en la cocina para decirles adiós.

¿Sabes cuando te proyectan hacia el futuro, y le pides a tu madre que te ponga nota a cómo lo estás haciendo? Pues bien, ¿qué nota te pondrías a ti mismo?

De acuerdo. Buena pregunta. Pero entiendo por qué mi madre no sabía responderla. Me pondré dos puntuaciones diferentes. La primera para cómo me las arreglo con lo que tengo que hacer cada día: universidad, Roof, todo eso. Y en esto me pondré ocho sobre diez. Podría mejorar, pero en general estoy satisfecho. No hay nada que Alicia haga con Roof que yo no sepa hacer. Puedo hacerle la comida, y puedo ponerle a dormir, leerle cuentos, bañarlo. Trabajo mucho, no llego tarde, estudio todo lo que puedo, y así sucesivamente. A veces cuido a Emily, y me llevo bien con Mark y con su hijo. Pero si me piden que puntúe mi vida de cero a diez... Me temo que no podría ponerme más de un tres. Y no es lo que me habría gustado. ¿Cómo he llegado a esto?

20

Me despierta el timbre del móvil. Al parecer he despertado en el piso de arriba de un autobús que sube por Upper Street. Hay una chica guapa, de unos diecinueve o veinte años, sentada a mi lado. Me sonríe, y le devuelvo la sonrisa.

—¿Quién es? —dice. Se refiere a mi móvil, y el que me haga esa pregunta parece indicar que me conoce.

Oh, tío. Parece que me han vuelto a proyectar al futuro. Esta chica me conoce, y yo no la conozco a ella. No sé adonde voy en el autobús, y...

—No sé —digo.

—¿Por qué no miras?

Me meto la mano en el bolsillo y saco el móvil. No lo reconozco. Es diminuto.

Tengo un mensaje de texto de Alicia. «¿DND STS?», dice.

—¿Qué digo? —le pregunto a la chica.

—¿Por qué no le dices dnd stmos? —dice ella. Hace una mueca graciosa cuando dice esto último (para subrayar que está hablando con letras, no con palabras).

—En Upper Street —digo.

—Fantástico —dice la chica, y me alborota el pelo con la mano.

—¿Le digo eso, entonces?

—Dios —dice ella—. Si eres asi ahora, ¿cómo serás cuando tengas sesenta años?

De acuerdo. Así que aún no tenia sesenta años. Algo era algo.

—Voy a escribirle: «Upper Street», entonces.

—No tiene mucho sentido, la verdad —dice la chica guapa—. Vamos a bajarnos ahora mismo.

Se levantó, pulsó el timbre y bajó al piso de abajo. La seguí. No se me ocurrió ninguna pregunta que me estuviera permitido hacer. Me daba la impresión de que la chica guapa y yo íbamos a reunimos con Alicia en alguna parte. ¿De quién había sido la idea? Si era mía, parecía que quería armarla. ¿Sabía Alicia que la chica guapa iba conmigo? ¿O iba a ser una sorpresa?

Nos bajamos en el Green y echamos a andar hacia un restaurante chino que yo nunca había visto, posiblemente porque jamás había estado en aquella parte del futuro. Aunque empezaba a darme la impresión de que había estado en la mayoría de los demás sitios.

En el restaurante no había casi nadie, así que vimos a Alicia nada más entrar. Se levantó y nos hizo una seña. Estaba con un tipo de más o menos su edad (fuera esta cual fuera).

—Pensábamos que os habíais rajado —dijo Alicia, y se echó a reír.

—Perdón por el retraso —dijo la chica guapa.

El tipo se puso de pie. Los cuatro estábamos sonriendo como en un anuncio de dentífrico. Dicho de otro modo: los dientes sonreían, pero sólo los dientes. Hasta yo sonreía, y no tenía la menor idea de qué iba la cosa.

—Éste es Carl —dijo Alicia—. Carl, te presento a Sam.

—Hola —dije.

Nos dimos la mano. Parecía un buen tipo, el tal Carl. Tenía pinta de tocar en un grupo. Y el pelo largo, oscuro, con raya al medio, y perilla.

Las chicas, de pie, se sonreían. Estaban esperando a que yo dijera algo, pero, como no sabía el nombre de la chica guapa, no podía decir gran cosa.

—Es inútil que esperemos que diga algo —dijo Alicia, y puso los ojos en blanco—. Yo soy Alicia.

—Yo, Alex —dijo la chica guapa.

Nos sentamos. Alex me apretó la rodilla por debajo de la mesa, creo que para decirme que todo iba a salir bien.

Me empecé a poner nervioso. Supongo que si no hubiera estado en el futuro, habría estado nervioso todo el tiempo en el autobús, pensando que Alex y Alicia iban a conocerse en el restaurante. Así que en cierto modo me había ahorrado media hora de nerviosismo, al no saber lo que iba a suceder.

—¿Cómo se ha portado? —dijo Alicia.

Me estaba mirando, y yo ni siquiera sabía a quién se estaba refiriendo, así que para qué hablar de saber «cómo se había portado». Hice un movimiento de cabeza, a medio camino entre el asentimiento y la sacudida. Todos se rieron.

—¿Qué quiere decir eso? —preguntó Alex.

Me encogí de hombros.

—Como de momento Sam parece haberse vuelto loco —dijo Alex—, os contesto yo. Ha estado adorable. No quería que nos fuéramos; por eso hemos llegado cinco minutos tarde.

Debíamos de estar hablando de Roof. Habíamos dejado a Roof en alguna parte. ¿Habíamos hecho bien? ¿No deberíamos haberlo hecho? A nadie parecía importarle, así que tenía que pensar que no había ningún problema.

—No sé cómo se las arregla la madre de Sam para acostarlos y demás cuando se queda sola con los dos —dijo Alex.

—No —dije, y sacudí la cabeza. «No» era casi lo primero que decía desde mi llegada al restaurante, y al decirlo no parecía correr ningún riesgo. No puedes equivocarte si dices «no». Empezaba a sentirme un poco gallito—. Yo no sería capaz de hacerlo ni en un millón de años.

—¿De qué diablos estás hablando? —dijo Alicia—. Lo has hecho millones de veces.

Joder. Había vuelto a equivocarme.

—Bueno, sí. Lo sé —dije—. Pero... es difícil, ¿no?

—No para ti —dijo Alex—. Eres muy bueno en eso. Así que cállate o parecerá que estás dándote bombo.

Me callé, pues, y escuché lo que las chicas estaban diciendo. Carl apenas decía una palabra, con lo de estar en un grupo y demás, así que parecía que estuviéramos haciendo un spot publicitario sobre la vinculación afectiva entre varones. Escuché lo que las chicas hablaban de Roof, y de lo que estudiaban. Yo había conocido a Alex en mi curso, así que estudiaba lo mismo que yo —sea lo que fuere—. Alicia hacía un curso de moda de media jornada en Goldsmiths. Estaba increíble. Parecía sana y feliz, y durante unos instantes me entristeció haber hecho que se sintiera desgraciada y se pusiera enferma. Alex me gustaba de verdad. No me había equivocado con ella. Era preciosa, además de simpática y divertida.

De vez en cuando me enteraba de algunos detalles de mi vida. Me enteré de estas cosas:

• Al parecer, iba a la universidad media jornada. Alicia estaba haciendo su curso, así que yo tenía que ayudarla con Roof. Y encima algunas veces cuidaba de Emily. De modo que, entre el trabajo, Roof, Emily y la universidad, no podía salir demasiado.

• Había regalado la tabla. Carl también hacía skating, y Alicia le contó que yo había sido muy bueno hasta dejarlo. Lo sentí mucho. Y estaba seguro de que lo echaba de menos.

• Roof se había despertado a las cinco y cuarto aquella mañana. Alex había seguido en la cama. Algunas noches tenía que quedarse a dormir conmigo. Confío en que usemos tres preservativos cada vez que tengamos sexo...

• Me pasaba todo el día corriendo de un lado a otro, y aquélla era la primera noche que salía en mucho tiempo. Y a Alicia le pasaba lo mismo, con la diferencia de que no tenía que cuidar a Emily. Y yo parecía darle un poco de pena a Alex. Tal vez saliera conmigo sólo por eso, no estaba seguro. Tampoco me importaba. Quería disfrutar al máximo. Era una chica guapísima.

Todo esto me agotó. No había nada fuera de lugar en aquel restaurante chino, ni en que estuviera con aquellas personas, pero me encontraba muy lejos de allí, de nuevo en el presente. Quedaba mucho trabajo por hacer, y muchas discusiones que entablar, y niños que cuidar, y dinero que conseguir, y horas de sueño que perder. Pero sería capaz de hacerlo. Lo veía con claridad. Si no, no estaría allí sentado en aquellos momentos, ¿no? Creo que era eso lo que Tony Hawk intentaba decirme desde el principio.

Notas

[1]
Skate es «patinar» (con patines de ruedas o sobre hielo), y skateboarding, patinar en una tabla o monopatín.

[2]
Hawk: «halcón».

[3]
Mark: Mark, nombre propio, y «marca», «mancha», nombre común.

[4]
Véase la nota
[3]
.

[5]
Roof, pronunciado
«ruf»
, significa «tejado», y Sam se pregunta si no habrá oído Ruth, que se pronuncia
«ruz»
.

[6]
Serie infantil de la televisión británica.

[7]
Estadio para múltiples usos deportivos ubicado en Carson (California) y patrocinado principalmente por The Home Depot, cadena norteamericana de tiendas dedicadas al bricolaje y los materiales de construcción.

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