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Authors: Eduardo Mendoza

Sin noticias de Gurb (12 page)

BOOK: Sin noticias de Gurb
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14.30
Gurb se ducha, se perfuma, se peina, se viste, se pinta. Me hace llamar por teléfono al servicio de taxis. Madre mía, madre mía, siempre con prisas y siempre llegando tarde a todas partes, exclama. Esto no es vida, exclama. Intento decirle que si madrugara más y zascandileara menos, se evitaría estos sofocones, pero ya se ha ido. He de recoger la ropa que ha dejado tirada por todas partes.

14.50
En la nevera no hay más que una botella de cava medio vacía, una orquídea mustia y unas probetas cuyo contenido prefiero no analizar.

15.00
Como en la barra de Casa Vicente. Ensalada del tiempo o gazpacho, macarrones y pollo, 650 pesetas. Pan, bebidas, postre y café, aparte. Con el IVA y la propi, me sale por 900.

16.00
De vuelta en el pisito de Gurb. Treinta y tantos recados en el contestador. Escucho los cuatro primeros. Reviso la correspondencia: facturas y más facturas.

16.40
Dos álbumes de fotos. Recortes de prensa: Gurb en Sa Tuna, Gurb en el palacio de la Zarzuela, Gurb en los Sanfermines. Una polaroid torcida y desenfocada: Gurb con un desconocido en lo que podría ser una calle de París. Gurb entrando en el Danielli; saliendo del Harry’s Bar. Madrina de la promoción de ingenieros de minas. Abrazando a Ives Saint Laurent después del desfile. En una terraza de la Castellana con Mario Conde. Bailando con I.M. Pei and partners. Madrina del buque lanzatorpedos
José María Pemán
. En una terraza de la Castellana con los dos Albertos. Entrando en Sotheby’s. De compras con Raise en Saks Fifth Avenue: mister Saks y mister Fifth atendiendo a las ilustres clientas:
Dear ladies, dear ladies!
Madrina del primer (y último) rinoceronte nacido en el zoo de Madrid. En una terraza de la Castellana con los dos Marcelinos. Bailando con Akbar Hashemi Rafsanjani.

17.08
Me llego al supermercado de la esquina. Comida, artículos de limpieza, vino, gaseosa, Kleenex, total 13.647 pesetas. Guardo el recibo para pasar cuentas. Los números para el sorteo de un Honda Civic me los quedo yo.

17.30
De vuelta en el pisito de Gurb. Veo
Los mundos de Yupi
.

18.00
Veo
Avanç de l’informatiu vespre
.

18.30
Veo
Maritrapu eta mattintrapuren abenturak
. Luego videoclips.

20.00
Pongo a hervir agua en un cazo. Le añado sal. Echo zanahorias, patatas, col, puerros, apio, una alita de pollo, un hueso de ternera. Miro la hora.

21.30
Apago el fuego. Voy poniendo la mesa. Riego las plantas de la terraza.

22.30
Ceno solo.

23.00
Sesión de noche. Ciclo «De tal palo tal astilla». Hoy:
El hijo de Ben-Hur
(1931), con Ben Turpin y Olivia de Havilland. Y la próxima semana…
El hijo de Balarrasa
, con José Sazatornil.

24.30
Me lavo los dientes; rezo mis oraciones y me acuesto en el sofá. Sin noticias de Gurb.

01.00
No consigo pegar ojo.

02.00
No consigo pegar ojo.

03.00
No consigo pegar ojo.

04.00
Me levanto. Paseo piso arriba, piso abajo para calmar los nervios. Como no conozco la distribución del mobiliario, me doy con todos los cantos en las espinillas.

04.20
Me siento a la mesa. Tomo papel y rotulador.

«Querido Gurb:

»A veces sucede que dos personas conviven largo tiempo sin llegar a conocerse mutuamente. También puede darse el caso opuesto, esto es, que dos personas convivan poco tiempo y, sin embargo, paradójicamente, lleguen a conocerse mutuamente. También puede suceder otra cosa, a saber, que dos personas convivan largo tiempo y una de ellas llegue a conocer a la otra sin que ésta, por su parte, llegue a conocer a aquélla, en cuyo caso no podríamos decir que ambas personas han llegado a conocerse mutuamente, pero tampoco podríamos decir que ambas personas se desconocen mutuamente. Todo esto, por supuesto, no tiene nada que ver con nosotros, y si me he permitido traerlo a colación ha sido porque no quiero que pienses que trato de introducir elementos ajenos al tema o que no le son propios. Es más, voy a empezar de nuevo la carta, en parte por lo que te acabo de decir, y en parte porque hace rato que me he perdido.»

04.35
«Querido Gurb:

»Ante todo, quiero establecer una clara distinción entre dos conceptos fundamentales, a saber, los principios y los preceptos.»

04.50
«Querido Gurb:

»Ahora que se acerca el verano, creo que ha llegado el momento de partir.»

04.51
Engancho la carta en el espejo del
boudoir
con una gota de pega. Releo lo escrito. Decido adoptar la apariencia de Yves Montand y cantar con mucha expresividad

Si vous avez peur

des chagrins d’amour,

evitez les belles…

La interpretación me queda un poco deslucida, porque debido a un error mecánico, me he convertido en Jacques-Yves Cousteau, y con la escafandra no hay quien entone.

05.05
Con las tijeras de las uñas reduzco el guardarropa de Gurb a microorganismos.

05.12
Vacío los frascos de perfumes en el fregadero y los relleno de ácido sulfhídrico: pinto bigotes en los cuadros; lleno la nevera de sabandijas; pego mocos en las cortinas; grabo pedos en el contestador, meto un cerdo en la bañera. Me largo del piso dando un portazo.

05.35
Me meto en el único bar del barrio que aún está abierto. La clientela es numerosa, pero como yace mayoritariamente en el suelo, consigo amplio lugar en la barra. Pido seis whiskies. Dobles.

06.35
Llego a
mi
piso. Me tumbo en
mi
cama y me quedo dormido antes de tener tiempo de cerrar los párpados.

DÍA 24

09.12
Me despierto con una resaca de caballo, pero satisfecho con la decisión que he tomado. Desayuno churros con whisky. Temperatura, 22 grados centígrados; humedad relativa, 69 por ciento; nubosidad abundante con mala visibilidad en la costa; estado de la mar, marejadilla con olas inferiores a un metro. Tiempo perfecto para mis planes.

09.30
Salgo de mi piso. Bajo la escalera con paso firme. Si la escalera se mueve, no es culpa mía. Encuentro a la portera tendiendo la colada en los cables del ascensor. Le digo que quiero hablar con ella de un asunto personal. ¿Me permite pasar a su habitáculo?

09.31
La portera me conduce a su habitáculo, sito en el subsuelo del edificio. Me lo muestra y me cuenta que en verano la vivienda es un horno y en invierno, una nevera. Como no tiene cocina, ha de freír los arenques en la estufa de butano, dice. Luego la humareda le impide ver la tele. No tiene cuarto de baño, dice. Por fortuna, las tuberías del edificio pasan por su dormitorio y aprovecha los reventones para ducharse. Pero todo esto, añade, ¿a mí qué más me da?

09.47
Le respondo que he decidido ausentarme de la ciudad y, con tal motivo, regalarle a ella (la portera) mi piso. Le hago entrega de la escritura notarial y de las llaves. La portera me confiesa que siempre ha sabido que yo era un verdadero señor y no como
otros
, que aparentan y aparentan, pero a la hora de la verdad, nada de nada. Para sellar nuestra amistad echamos sendos tragos de la botella de whisky que traigo conmigo.

10.00
Me persono en el piso del presidente de la comunidad de propietarios. Pese a la importancia de su cargo, me recibe en pijama. Le informo que es mi intención hacerle provisión de fondos para que haga reemplazar la porquería de ascensor que tenemos por otro nuevo, pintar la escalera, restaurar la escalera, restaurar la fachada, cambiar las tuberías, arreglar el interfono, tapar las grietas de la azotea, instalar una antena parabólica y alfombrar la entrada. A cambio de todo esto, agrego, sólo pido ser recordado con cariño, pues me dispongo a emprender un largo viaje. El presidente me dice que si todos los vecinos fueran como yo, no haría falta tanto socialismo y tanta jodienda. Echamos un trago de whisky.

10.20
Me persono en el piso de mi vecina. Me abre ella misma. Me dice que en este preciso instante se disponía a salir, que si no me importa volver más tarde. Le respondo que no habrá más tarde, pues yo también estoy a punto de marchar, y por tiempo indefinido. ¿Me permite pasar? Será sólo un minuto. Accede con cierta reserva, porque a estas alturas ya debo apestar a whisky una cosa mala.

10.30
Con la máxima circunspección digo a mi vecina que he tenido el atrevimiento de informarme respecto de su situación personal, tanto en el terreno afectivo como en el económico. Que en ambos terrenos la situación puede calificarse de desastrosa. Añado que en el terreno afectivo no puedo ofrecerle nada, pues por no tener, no tengo ni tiempo. En cuanto al terreno económico…

10.35
Carraspeo. Me animo dándole unos tientos al whisky. Prosigo.

10.36
…en cuanto al terreno económico, digo, y puesto que soy soltero, hacendado y dadivoso de natural, he decidido, si a ella no le molesta, depositar en un banco (suizo) una suma de dinero suficiente para sufragar los estudios de su hijo, hoy aquí y, llegado el día, en la Harvard School of Business Administration. Por lo que a ella respecta, añado con un hilo de voz, le ruego se sirva aceptar, como recuerdo de nuestra breve vecindad, este modesto collar de esmeraldas.

10.39
Hago entrega del collar a mi vecina, me acabo la botella de whisky, salgo precipitadamente del piso de mi vecina, me caigo rodando por las escaleras.

12.00
Voy caminando desde la estación del metro hasta la nave. Cuando llego se me cae el alma a los pies. La hiedra obstruye las escotillas, en varios lugares ha saltado el esmalte, alguien ha arrancado de la puerta la imagen del Sagrado Corazón. Así no puedo presentarme en mi planeta.

12.02
En el pueblo compro un estropajo, Vim Limpiahogar y un par de guantes de goma. Regreso a la nave y dale que te pego.

13.30
Entro en la nave. Aparte algunas humedades, el interior no parece haber sufrido desperfectos serios. Reviso los manómetros, el combustible. Todo normal. Me siento frente al tablero de mandos. Acciono la palanca de encendido. Ron… ron… ron…

13.45
Ron… ron… ron…

14.00
Ron… ron… ron…

14.20
¡RRRROOOOOONNNNN!

14.21
Hosti, qué susto.

14.22
Apago el motor. Regreso al pueblo a proveerme de vituallas.

15.00
Cargo en la nave lo necesario para amenizar la travesía: pasta de dientes, novedades editoriales, una bicicleta, un resumen cifrado del asunto del metro de Montjuich y poca cosa más.

16.00
Cuando ya tengo la bodega repleta de mercancías descubro que está invadida de cucarachas. ¿Qué hacer? Puedo proveerme de aerosoles de Cucal, pero una vez reconvertido en intelecto puro, ¿con qué apretaré el pitorro?

16.20
Después de varios intentos, logro establecer contacto con la Estación de Enlace AF, en la constelación de Antares. Les informo de que doy por concluida la misión en la Tierra y me dispongo a regresar aprovechando el mal estado atmosférico (óptimo para la navegación). Asimismo les informo de que regreso solo, porque mi compañero de expedición, de nombre Gurb, ha desaparecido en acto de servicio. Eludo decir la verdad para evitarles un disgusto a sus ancianos padres.

16.30
La Estación de Enlace AF, en la constelación de Antares, me pide que repita el mensaje. Al parecer, la recepción es dificultosa.

16.40
Repito el mensaje. Los de la Estación de Enlace AF, en la constelación de Antares, me dicen que en realidad habían recibido el mensaje bien la primera vez, y que me lo han hecho repetir porque les hace gracia que se me haya pegado el acento catalán.

17.00
Me persono en el bar de la señora Mercedes y el señor Joaquín. La señora Mercedes, detrás de la barra, como si tal cosa. El señor Joaquín, jugando al dominó con tres parroquianos de su misma quinta. Efusiones, tortilla de berenjena, cervecita. Les digo que vengo a despedirme. Regreso a mi tierra. ¿Lo ves, Joaquín? Ya te lo decía yo, que el señor no era de aquí. Les doy el regalo que les he comprado: una casita y once acres de tierra en Florida, para que vayan a descansar. Hombre, no hacía falta que se molestase. Le habrá costado un pico. Calle, calle, señora Mercedes; usted se merece esto y más. Adiós, adiós. Envíenos una postal.

19.00
Todo listo para el despegue. Compuertas cerradas. Empiezo la cuenta atrás. 100, 99, 98, 97.

19.01
Un ruido a mis espaldas. ¿Las malditas cucarachas? Voy a ver.

19.02
¡Gurb! ¿Qué demonios haces tú aquí? ¡Y con estos tacones de un palmo! ¿Tú te crees que ésta es forma de viajar por el espacio (o el tiempo)? Gurb me muestra un mensaje cifrado en la pantalla del cuadro de transmisiones.

19.05
Descifro el mensaje. Es de la Junta Suprema. En vista del éxito de nuestra misión en la Tierra (por el que se nos felicita), debemos variar el rumbo y dirigirnos, con idéntica finalidad, al planeta BWR 143, que gira (como un idiota) alrededor de Alfa Centauro. Una vez allí, deberemos adoptar, igual que hemos hecho aquí, la forma de los habitantes del planeta. Tienen cuarenta y nueve patas, de las cuales, sólo dos le llegan al suelo; también tienen un ojo, seis orejas, ocho narices y once dientecitos. Se alimentan de limo y de unas orugas peludas que atrapan con los tentáculos anteroposteriores.

19.07
De los mohines de Gurb deduzco que la misión que nos ha sido encomendada no le llena de merecido orgullo. Antes de que pueda exteriorizar su falta de entusiasmo de algún modo que requiera la adopción (por mi parte) de medidas disciplinarias, le hago varios razonamientos que podríamos agrupar en tres (o menos) categorías, a saber:

a)
que las autoridades competentes
siempre
saben lo que nos conviene mejor que nosotros mismos;
b)
que frecuentar otros ambientes y conocer otras culturas
siempre
resulta formativo, y
c)
que el que paga
siempre
manda. A título personal añado que, en su caso particular, el cambio le sentará de miedo, porque últimamente se ha vuelto un rato gili y que ya es hora de que deje de ser joven, guapa, rica y fresca y se convierta en un gusano asqueroso, a lo que responde Gurb diciendo que no sabe qué admirar más, si mi clarividencia o lo bien que me explico.

BOOK: Sin noticias de Gurb
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