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Authors: Connie Willis

Tags: #Ciencia ficción

Oveja mansa (17 page)

BOOK: Oveja mansa
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—Ummm —dijo Ben—. Y desde luego hay una conexión entre las ovejas y la gente que sigue las modas.

—Cierto. ¿Quién sabe? Tal vez las ovejas inicien una moda.

—¿Las sentadas?

—Los crucigramas. Palabra de cinco letras para animal de laboratorio —le sonreí—: oveja. Y aunque no sea así, será un alivio trabajar con ellas. A excepción de Mary y su corderito, las ovejas nunca han estado de moda. ¿Qué te parece?

Ben sonrió tristemente.

—Creo que Dirección no lo aceptará nunca.

—¿Y si lo hiciera?

—Si lo hiciera, no se me ocurre nada mejor que trabajar contigo. Pero no querrá. Y aunque quisiera, harán falta meses para terminar el papeleo, y todavía más para que lo apruebe.

—Entonces eso nos daría a ambos una perspectiva diferente. Recuerda a Mendeléiev y la conferencia sobre el queso.

—¿Cómo sugieres que presentemos tu propuesta a Dirección?

—Déjame a mí eso. Ponte a adaptar el proyecto para trabajar con ovejas. Yo iré a hablar con una experta —dije, y me fui a ver a Gina.

Estaba escribiendo direcciones en invitaciones rosa vivo de Barbie.

—Sigo sin encontrar una Barbie Novia Romántica por ninguna parte. He llamado a cinco jugueterías diferentes.

Le dije lo que había pasado.

Ella sacudió tristemente la cabeza.

—Lástima. Siempre me gustó... aunque no tuviera sentido de la moda.

—Necesito tu ayuda —dije, y le conté lo de nuestros proyectos combinados.

—Así que él recibe tu dinero y las ovejas de Billy Ray. ¿Y qué sacas tú?

—Una victoria menor sobre Flip y las fuerzas del caos. No es justo que pierda su subvención sólo porque Flip sea una incompetente.

Ella me dirigió una mirada larga y considerada, y luego sacudió la cabeza.

—Dirección nunca lo aceptará. Primero, se trata de una investigación con animales, que siempre es controvertida. Dirección odia la controversia. Segundo, es algo innovador, lo que significa que Dirección lo odiará por principio.

—Pensaba que una de las piedras angulares de GRIS era la innovación.

—¿Bromeas? Si es nuevo, Dirección no tiene un impreso para ello, y a Dirección le encantan los impresos casi tanto como odia la controversia. Lo siento. Sé que te gusta —dijo. Y volvió a escribir direcciones.

—Si me ayudas, te encontraré una Barbie Romántica.

Ella alzó la cabeza.

—Tiene que ser la Barbie Novia Romántica. No la Barbie Novia Campestre ni la Barbie Fantasía Nupcial.

Asentí.

—¿Trato hecho?

—No puedo garantizar que Dirección lo acepte aunque te ayude —dijo ella, haciendo a un lado las invitaciones y tendiéndome una libreta y un lápiz—. Muy bien, cuéntame qué ibas a decirle a Dirección.

—Bueno, pensaba empezar explicando lo que sucedió con el impreso de fondos...

—Error. Sabrán inmediatamente qué pretendes. Diles que has estado trabajando en este proyecto desde la penúltima reunión, cuando dijeron lo importante que era la interacción y la intervención del personal. Usa palabras como «optimizar» y «sistemas pautales».

—Muy bien —dije, tomando notas. —Cuéntales cualquier logro obtenido por científicos que trabajaran en equipo. Crick y Watson, Penzias y Wilson, Gilbert y Sullivan... Levanté la cabeza.

—Gilbert y Sullivan no eran científicos. —Dirección no lo sabrá. Y puede que le suene el nombre. Necesitarás un resumen de dos páginas de los objetivos del proyecto. Pon todo lo que pienses que vaya a representar algún problema en la segunda página. No la leen nunca.

—¿Quieres decir un esbozo del proyecto? —pregunté, sin parar de escribir—. ¿Explicar el método experimental que vamos a usar y describir la conexión entre el análisis de tendencias y la investigación sobre difusión de información? —No —dijo ella, y se volvió hacia el ordenador—. No importa, yo lo escribiré por ti —empezó a teclear rápidamente—. Di que los proyectos de equipos integrados interdisciplinarios son lo último en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. Di que los proyectos individuales están pasados de moda.

Pulsó IMPRIMIR y una hoja empezó a rodar. —Y presta atención al lenguaje corporal de Dirección. Si da golpecitos sobre la mesa con el dedo, es que tienes problemas.

Me tendió el resumen. Se parecía sospechosamente a sus cinco objetivos para todo, lo que significaba que posiblemente funcionaría.

—Y no lleves eso —señaló mi falda y mi bata—. Se supone que hay que vestir informal.

—Gracias. ¿Crees que lo conseguiré?

—¿Tratándose de una investigación con animales vivos? ¿Bromeas? La Barbie Novia Romántica es la que lleva la redecilla de rosas —dijo—. Oh, y Bethany la quiere con el pelo castaño.

Mah-jong
(1922-1924)

Juego norteamericano de moda inspirado en el antiguo juego chino de los tejos. Según lo jugaban los norteamericanos, era una especie de cruce entre el
rummy y
el dominó: se construían murallas y luego se derribaban, y se «capturaba la Luna desde el fondo del mar». Había gritos entusiastas de «¡Pung!» y «¡Chow!», y mucho castañeteo de piezas de marfil. Los jugadores se vestían con túnicas orientales (a veces, si no tenían claro el concepto de China, eran kimonos japoneses) y tomaban té. Aunque fue reemplazado por la locura de los crucigramas y el bridge, el mah-jong continuó siendo popular entre las matronas judías hasta los años sesenta.

No había incluido todas las variables. Era cierto que Dirección valora el papeleo más que nada, aparte de la beca Niebnitz.

Apenas había empezado mi discurso en el blanco despacho alfombrado de Dirección cuando sus ojos se iluminaron.

—¿Sería un proyecto interdisciplinar? —dijo.

—Sí. Análisis de tendencias combinado con vectores de aprendizaje en mamíferos superiores. Y hay ciertos aspectos de la teoría del caos...

—¿Teoría del caos? —dijo él, dando un golpecito con el dedo sobre la cara mesa de teca.

—Sólo en el sentido de que se trata de sistemas no-lineales que requieren un experimento diseñado —contesté apresuradamente—. Pondríamos el énfasis principal en la difusión de información entre los mamíferos superiores, de los cuales las tendencias humanas son un subconjunto.

—¿Experimento diseñado? —dijo él, ansioso.

—Sí. El valor práctico para HiTek sería comprender mejor cómo se difunde la información en las sociedades humanas y...

—¿Cuál era su campo original? —cortó él.

—La estadística. Las ventajas de utilizar ovejas en vez de macacos son...

Y nunca llegué a terminar porque Dirección se había puesto ya en pie y me estrechaba la mano.

—Ése es exactamente el tipo de proyecto sobre el que se basa GRIS. Disciplinas científicas interrelacionadas; poner en práctica la iniciativa y la cooperación para crear nuevos paradigmas de trabajo.

Habla con acrónimos, pensé maravillada, y casi me perdí lo que dijo a continuación.

—... exactamente el tipo de proyecto que busca el Comité de Becas Niebnitz. Quiero que este proyecto se inicie de inmediato. ¿Cuándo puede tenerlo preparado y en marcha?

—Yo... esto... —tartamudeé—. Tenemos que hacer una investigación de base sobre la conducta de las ovejas. Y están las regulaciones sobre animales vivos, que tendrán que ser... Él agitó una mano.

—Nosotros nos ocuparemos de ese problema. Quiero que usted y el doctor O'Reilly se concentren en ese pensamiento divergente y esa sensibilidad científica. Espero grandes cosas —estrechó mi mano, entusiasmado—. HiTek va a hacer todo lo que podamos para encontrar atajos y poner en marcha este proyecto inmediatamente. Y lo hizo.

Se redactaron permisos, se sorteó el papeleo, y las aprobaciones para investigar con animales vivos llegaron casi antes de que yo pudiera bajar a Biología y decirle a Bennett que habían dado luz verde al proyecto.

—¿Qué significa «en marcha inmediatamente»? —dijo él, preocupado—. No hemos hecho ninguna investigación de base sobre la conducta de las ovejas, sobre cómo interactúan, qué habilidades son capaces de adquirir, qué comen...

—Tenemos tiempo de sobra —dije yo—. Hablamos de Dirección, ¿recuerdas?

Otro error. El viernes Dirección me llamó para darme otra vez carta blanca y me dijo que los permisos habían sido concedidos y los experimentos con animales vivos aprobados.

—¿Puede usted tener aquí las ovejas el lunes?

—Veré si el propietario puede lograrlo —dije, esperando que Billy Ray no pudiera.

Pudo, y lo hizo, aunque no las trajo en persona. Estaba asistiendo a un seminario virtual sobre ranchos en Lander. Envió en su lugar a Miguel, que llevaba un aro en la nariz, sombrero Aussie, auriculares, y no tenía ninguna intención de descargar las ovejas.

—¿Dónde las quiere? —dijo en un tono que me dio ganas de mirar debajo del ala del sombrero Aussie para ver si tenía una
i
en la frente.

Le mostramos la puerta del corral, y él suspiró pesadamente, movió marcha atrás el camión hasta más o menos chocar con ella, y luego se quedó apoyado contra la cabina del camión, tan tranquilo.

—¿No va a descargarlas? —dijo Ben por fin.

—Billy Ray me dijo que las trajera —respondió Miguel—. No dijo nada de descargarlas.

—Tendría que conocer a nuestra encargada del correo —le dije—. Obviamente, están ustedes hechos el uno para el otro.

Él se echó hacia delante el sombrero.

—¿Dónde vive?

Bennett había dado la vuelta al camión y estaba levantando la barra que cerraba la puerta.

—No saldrán todas corriendo a la vez y nos arrollarán, ¿no? —dijo.

No. Las treinta ovejas quedaron plantadas en el borde del camión, balando y con aspecto aterrorizado.

—Vamos —insistió Ben—. ¿Crees que están demasiado arriba para saltar?

—Saltaron un precipicio en
Lejos del mundanal ruido
—dije yo—. ¿Cómo pueden estar demasiado arriba?

Sin embargo, Ben extrajo una tabla de madera para improvisar una rampa, y yo fui a ver si el doctor Riez, que había hecho un experimento equino antes de pasarse a los gusanos, tenía un ronzal para prestarnos.

Tardó una eternidad en encontrar uno, y supuse que cuando volviera al laboratorio ya no haría falta, pero las ovejas seguían agazapadas en la parte trasera del camión.

Ben parecía frustrado, y Miguel, de pie en la parte delantera del camión, se mecía al ritmo de algo que los demás no podíamos oír.

—No vendrán —dijo Ben—. He intentado llamarlas, y silbarles, y asustarlas.

Le tendí el ronzal.

—Tal vez si conseguimos que una baje la rampa, las demás la sigan —dijo. Cogió el ronzal y subió por la rampa—. Quítate de en medio, por si salen de estampida.

Extendió la mano para colocar el ronzal en la cabeza de la oveja más cercana, y hubo una estampida, desde luego.

Hacia el fondo del camión.

—Tal vez puedes coger una y traerla —dije yo, pensando en la cubierta del libro de los ángeles, donde aparecía un ángel descalzo que sostenía un cordero perdido—. Una pequeña.

Ben asintió. Me tendió el ronzal y subió la rampa, moviéndose despacio para no asustarlas.

—Shh, shh —le decía en voz baja a un corderito—. No te haré daño. Shh, shh.La oveja no se movió. Ben Se arrodilló y pasó los brazos por debajo de las patas del animal y lo alzó. Se dirigió hacia la rampa.

El ángel, claramente, había drogado al cordero con cloroformo antes de cogerlo.

El animal pataleó con las cuatro patas en cuatro direcciones distintas, agitándose como un loco y empujando con el hocico la barbilla de Ben, que se tambaleó; entonces el cordero se giró y le pateó el estómago. Ben lo dejó caer de un golpe y el animal se lanzó al centro del camión, balando histérico.

El resto de las ovejas le siguió.

—¿Te encuentras bien?

—No —contestó él, tocándose la mandíbula—. ¿Qué hay de aquello de «corderito, tan manso y tan lindo»?

—Está claro que Blake nunca había visto una oveja —dije yo, ayudándole a bajar la rampa y llegar al abrevadero—. ¿Y ahora qué?

Él se apoyó contra el abrevadero, respirando con dificultad.

—Al final acabarán por tener sed —dijo, palpándose torpemente la barbilla—. Esperaremos a que bajen.

Miguel se nos acercó.

—No tengo todo el día, ¿saben? —gritó por encima de lo que fuese que estuviera tronando en sus auriculares, y volvió a la parte delantera del camión.

—Tengo que llamar a Billy Ray —dije, y lo hice. Su teléfono móvil estaba fuera de cobertura.

—Tal vez si las azuzamos con el ronzal... —dijo Ben cuando regresé.

Lo intentamos. Y también ponernos detrás y empujar, y amenazar a Miguel, y pasamos más de un rato apoyados contra el abrevadero, respirando con dificultad.

—Bueno, desde luego hay una difusión de información en marcha —dijo Ben, frotándose el brazo—. Todas han decidido no bajar del camión.

Llegó Alicia.

—Tengo un perfil del candidato óptimo para la beca Niebnitz —le dijo a Ben, ignorándome—. Y he encontrado otro Niebnitz. Un industrial. Hizo su fortuna refinando minerales y fundó varias organizaciones benéficas. Estoy buscando en los criterios de selección de sus comités. Quiero que vengas a ver el perfil.

—Adelante —dije yo—. Está claro que no te perderás nada. Lo intentaré de nuevo con Billy Ray.

Lo hice.

—Lo que tienes que hacer es... —dijo él, y se quedó de nuevo sin cobertura.

Regresé al corral. Las ovejas habían salido del camión y estaban mordisqueando la hierba seca.

—¿Qué hiciste? —dijo Ben, que llegó detrás de mí.

—Nada. Miguel debe de haberse cansado de esperar.

Pero estaba todavía en la parte delantera del camión, moviéndose al ritmo de Groupthink o de quienquiera que estuviese escuchando.

Miré las ovejas. Estaban pastando pacíficamente, deambulando felices por el corral como si siempre hubieran pertenecido a aquel lugar. Ni siquiera cuando Miguel, todavía con los auriculares puestos, arrancó el camión y se marchó, se dejaron llevar por el pánico. Uno de ellas, próxima a la verja, me dirigió una mirada larga e inteligente.

«Esto va a funcionar», pensé.

La oveja me miró un ratito más, bajó la cabeza para pastar, y se quedó atascada en la cerca.

Quiao Pai
(1977-1995)

Juego chino de moda inspirado en el juego de cartas americano del bridge (una moda de los años treinta). Popularizado por Deng Xiaoping, que aprendió a jugar en Francia, el qiao pal atrajo rápidamente a más de un millón de aficionados, que jugaban principalmente en el trabajo. Al contrario que en el bridge americano, las apuestas son silenciosas, los jugadores no ordenan las manos y el juego es extremadamente formal. Sustituyó al ping-pong.

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